Honrar la palabra ...



Una vez más, el subte se transforma en polémica para los porteños. La confirmación de que 20 formaciones fueron retiradas de circulación; con el deterioro, de la de por sí escasa prestación del servicio, reavivaron la discusión sobre el tema. Y una vez más, Macri y el Gobierno nacional, empezaron a jugar al ping-pong. 

Es cierto que CFK no le hace las cosas fáciles a Mauricio, tanto como que uno debe gobernar con el ejemplo. Y cuando uno empeña su palabra, suscribiendo a un convenio, ya no hay excusa que valga. 

Cuando el Jefe de Gobierno aceptó hacerse cargo de los subtes, antes de todas las disputas que supo sostener con la ministra Garré y la propia Presidenta, se lo notaba convencido de la empresa que había decidido enfrentar. Tan convencido, que recurrió a los tribunales; para ratificar el convenio firmado y el reajuste tarifario del 127%, arbitrariamente establecido. 

Para sorpresa de todos, el Juez Lima y su particular interpretación de la Constitución porteña y la ley 210, terminaron dándole la derecha a Macri.

Por consecuencia, más allá de los conflictos que se sucedieron, ("traspaso forzado vía mayoría automática", y el affaire con la federal incluídos) el Jefe de Gobierno debe darle una solución a los usuarios. Que desde que él se sentó a negociar con el Gobierno nacional, solo reciben cachetadas e indiferencia; teniendo un servicio más caro, y de menor prestación. Mientras el único beneficiado sigue siendo Benito Roggio, dueño de Metrovías. La realidad es una, más allá de las aspiraciones que Macri pueda tener, tiene que saber sortear los embates del Gobierno nacional y hacerle frente a sus responsabilidades con los recursos que tiene; que no son pocos.

El desafío está, y la pelota es suya. ¿No sería bueno, que un partido donde siempre se hace alusión a la importancia de los valores, se sepa honrar la palabra y se asuman las responsabilidades?

Es la política, estúpido

Por Diego Kravetz*


Hierve en el corazón de la sociedad la idea de que la economía puede estallar en cualquier momento. Y no, no es así. A pesar del ciclo en baja, nada hace prever un crack. No por ahora. De hecho, entre el 2008 y el 2009 se vivió una desaceleración similar que el esquema de gobierno del kirchnerismo ya pudo sortear.

En todo caso, a lo que sí hay que prestarle atención es a la incipiente pero pujante crisis política.

En primer lugar, se debe tomar nota del rol de la CGT. Hasta no hace mucho incondicional del oficialismo, ahora lo enfrenta y amaga incluso con pelear dividida en al menos dos centrales obreras. La primera, conducida por Hugo Moyano. La otra, con Luis Barrionuevo y los Gordos.

La ecuación no cambia demasiado ni siquiera con un eventual acuerdo entre Moyano y el jefe de los Gastronómicos, porque del otro lado seguirían quedando los jefes del sindicalismo menemista.

Claro que el panorama no es complicado solo con los gremios: la relación del Gobierno con los empresarios tampoco pasa por su mejor momento.

Los únicos dos interlocutores de Cristina con el sector privado son Axel Kicillof y Guillermo Moreno, dos personajes complejos que no generan la aceptación que tuvo hasta el 2009 Julio De Vido, más proclive al diálogo. Porque si bien la última palabra la tuvo siempre el kirchnerismo, existieron en su momento canales para expresar inquietudes que hoy fueron completamente dinamitados.

Algo similar ocurre con el PJ, sin ámbito de discusión interna y adormecido hasta marzo próximo para evitar disputas anticipadas.

El complejo escenario político se completa con tensas relaciones entre el Gobierno y los principales distritos, algo previsible para casos como los de Santa Fe o la Ciudad de Buenos Aires, pero absurdos e impensados con Daniel Scioli o José Manuel De la Sota

Todos estos conflictos, sumados a la carencia de un hombre fuerte en el manejo de la economía, como en su momento lo fueron Roberto Lavagna o el propio Néstor Kirchner, y en el marco de una crisis financiera mundial, encienden alarmas.

Por supuesto, Cristina tiene los resortes para rápidamente revertir la situación, aunque debe acertar en el diagnóstico. Por lo pronto, el armado político cada vez más cerrado y expulsivo de sectores que supieron ser la base de sustentación de su proyecto parecería no ser el camino más acertado.


*Ex legislador porteño. Representante de Identidad Porteña.



Publicado en Noticias Urbanas, 21/06/2012.
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